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Viviendo Más y Mejor
Por Claudia Bernhardt de Souza Pacheco,
Tomado del libro “Ojo en la Salud”, pág. 91
En 1900 la expectativa de vida de los seres humanos estaba en promedio en 37 años. Actualmente la longevidad se extendió a los 68 años en el Brasil.
La mayoría de las personas cree que eso se debe al progreso de la medicina, a los innumerables remedios disponibles actualmente como los antibióticos, al avance de la tecnología aplicada a las prácticas médicas y a las vacunas, ¿Es esto correcto?.
De acuerdo a las investigaciones efectuadas por la Universidad de Stanford, en los EUA, este concepto es falso. Lo que pudieron averiguar fue que las causas de la longevidad poco tienen que ver con lo que se piensa. En escala porcentual, la asistencia médica está en último lugar en la siguiente clasificación de las causas que determinan la prolongación de la vida:
1- Estilo de vida 50%
2- Condiciones ambientales 20%
3- Herencia genética 17 %
4- Asistencia médica 10%
Entre los factores ligados al estilo de vida, podemos citar los valores éticos, estéticos y culturales, económicos, los hábitos con la salud y, como los factores más poderosos, los procesos psíquicos.
Los resultados de esta investigación vienen a confirmar el concepto de la inversión en que vivimos. Cuando queremos cuidar de nuestra salud, enseguida pensamos en ejercicios físicos, buena alimentación y principalmente a partir de una cierta edad, un buen seguro médico que nos garantiza chequeos constantes.
No existe nada errado en tener esas precauciones, pero la inversión está en el hecho de que ponemos esos cuidados en primer lugar, dejando los factores psíquicos que son los más poderosos, en último lugar.
¿Quién pone un tratamiento psicoterapéutico como prioritario para un proceso de curación?¿Quién pone el autoconocimiento, y principalmente el conocimiento de nuestra patología psíquica, ( presente en la totalidad de los seres humanos, difiriendo solo en el grado de una persona a otra), como fundamental para una medicina preventiva?
Esto nos lleva a concluir que si no fuésemos así invertidos, cuidando de los aspectos materiales ( sensorialismo) como prioritarios, en detrimento de los psíquicos que son los más poderosos, ya podríamos estar viviendo normalmente más de cien años y gozando de una excelente salud.
Esa inversión que está involucrada en todas las actividades y filosofías de la humanidad, acabo por restringir demasiado los conocimientos científicos, entre ellos los médicos.
De otra parte esa categoría profesional paga un precio muy alto por adoptar esa visión organicista y parcial de la salud humana. Ellos son una de las categorías profesionales más alcanzadas por problemas de suicidio, depresión, abuso de alcohol y de drogas estando poco preparadas para lidiar con la vida emocional de sí mismos y de sus pacientes.
En mi libro la Curación por la Consciencia Teomanía y Estrés obra pionera en el campo de la medicina psicosomática, publicado la primera vez en los inicios de los años 80, ahí yo alerto sobre la importancia de que la medicina vuelva a tratar al enfermo y no a la enfermedad, pues la visión parcial del paciente, tratando sus órganos por separado y no el organismo, viene dificultando cada vez más su recuperación.
En esa misma obra cito al fisiólogo francés Claude Bernard, quien en la mitad del siglo 19, afirmaba que nuestro cuerpo convive con millones de bacterias sin que caigamos enfermos. Los síntomas comienzan a surgir cuando ese equilibrio interior es roto por factores anteriores a la acción de esas bacterias y de los virus. Esa ruptura de equilibrio está ligada a lo que fue llamado estrés, por primera vez por Hans Selye. Y el estrés es el resultado, en el 90% de los casos, sino en más, de factores psicológicos.
¿Por qué existen personas que pasan la vida sin la necesidad de tomar remedios y hay aquellos que no pasan seis meses sin buscar ayuda médica? Al contrario de lo que se piensa, no fueron los factores genéticos, alimentarios, o de origen exterior los que determinaron esa diferencia, sino lo que los investigadores de Stanford llaman “estilo de vida”.
El estilo de vida teniendo como núcleo el poder de la vida psíquica.